Con la lectura de Criptozoico he recuperado a otro de esos autores de ciencia ficción que me iniciaron en este género. La novela que me dejó, siendo muy joven, una profunda huella fue La nave estelar. Hace poco, por pura casualidad cayó en mis manos ésta que voy a comentar y que, por desgracia, no me ha gustado tanto.
Criptozoico gira en torno a la idea de los viajes en el tiempo de una forma a la que no estamos acostumbrados puesto que se trata de viajes mentales. Esta idea me ha parecido interesante ya que considerando el año en el que está escrita la novela (1967) y que los viajeros mentales deben inocularse una droga cuyo nombre recuerda al LSD, es evidente la influencia de la psicodelia.
Otro elemento que me ha gustado mucho es el peso que el arte tiene en el desarrollo de la historia. No sólo porque el personaje principal es un artista, sino porque, se cuenta cómo viajar a épocas geológicas (que no deja de ser la metáfora de conocer otras realidades) puede empujar al artista a alcanzar nuevos planteamientos creativos. Así, arte e investigación científica se conjugan a la perfección y serán los artistas quienes contribuyan a hacer un gran descubrimiento científico que cambiará por completo todo el conocimiento humano. Es ahí donde radica mi problema con la novela, puesto que dicho descubrimiento (plasmado como una hipótesis científica tal como es habitual en la ciencia ficción) no me ha convencido en absoluto. Ese descubrimiento, que es el punto álgido de la novela, me ha provocado a partir de ahí una sensación de “no me lo creo” o lo que es lo mismo: inverosimilitud. Por ello, la impresión final que me ha dejado su lectura no ha sido muy positiva.
Sin embargo, he de reconocer muchos valores además de los ya mencionados. Para empezar, destaco la maestría de las descripciones, esenciales para llevarnos a distintas épocas ajenas a los humanos consiguiendo sumergir al lector en dichos ambientes. Los personajes también están muy bien retratados además de las relaciones entre algunos de ellos, que son extremadamente complejas. De ahí que estemos ante un relato de ciencia ficción que no descuida la profundidad psicológica.
Para terminar, quiero mencionar que hay una parte de la trama que se desarrolla en época victoriana por lo que si, en general, Criptozoico es hija de los años 60, encaja también en la estética steam-punk presente ahora en mucha literatura de ciencia ficción. Éste y muchos otros aspectos hacen que la novela no se haya quedado vieja.
Respecto al asunto que a mí me ha fallado, es muy posible que otros lectores lo encuentren fascinante y por eso hallen en Criptozoico una novela redonda.
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