El camino del escritor no tiene por qué ser un camino solitario. Muchos autores que empiezan sienten la carga de “la soledad del escritor”, ya que el acto de escribir nos deja solos e indefensos ante el teclado. Si a esto le sumamos la inseguridad que provoca el intentar publicar, la soledad se agrava.
La opción más acertada es trabajar para que nuestra evolución como escritores se realice en compañía. Así, reflexionar sobre nuestra escritura resultará más placentero, el aprendizaje será más rápido y se producirá un quid pro quo. Esto es: al mismo tiempo que nos ayuden, nosotros ayudaremos a otros autores.
Ahora bien, sacar partido a esta evolución en compañía requiere tres cualidades: saber escuchar, ser flexible y aceptar las críticas.
Saber escuchar es necesario en cualquier proceso de aprendizaje, puesto que si no estamos dispuestos a abrirnos a ideas nuevas, nunca avanzaremos.
Ser flexible es una clave para enriquecer nuestra escritura, al ser un oficio que combina miles de ideas, teorías, recursos, estrategias de trabajo, etc. Lo que nosotros hacemos puede funcionar bien, pero a menudo descubriremos nuevos métodos que nos funcionarán aún mejor. De hecho, es positivo ir probando, adaptarse y dejar que nuestra manera de trabajar fluya y cambie según nuestras necesidades.
Por último, enfrentarse a las críticas es esencial. La crítica constructiva es la piedra angular sobre la que hacer avanzar nuestra escritura. Hay que estar preparado para que nos digan que ese relato al que hemos dedicado tantas horas está lleno de errores, tiene fragmentos que no se entienden o incluso que, de principio a fin, tiene poco que salvar.
Con esas cualidades y la aportación de un montón de gente que nos rodea podremos llegar a convertirnos en el escritor que queremos ser. Y, ¿quién es esa gente que nos rodea? Vamos a hacer un repaso, incluyendo ejemplos.
1. Escritores que saben mucho más que nosotros
A estos escritores los vamos a encontrar en sus propios libros que, leídos con ojo crítico, nos enseñarán nuevos planteamientos. Por ejemplo: siempre pensé que el uso de la segunda persona, que resulta bastante arriesgado, sólo era apropiado para relatos cortos, hasta que leí la novela In vino veritas, de Virginia Gasull.
Además, hoy día con las redes sociales y los blogs, muchos escritores comparten lo que saben. Son magos generosos que dedican parte de su tiempo a revelar sus trucos. Si estuviéramos en una escalera, ellos estarían uno, varios o muchos escalones por encima de nosotros. Un ejemplo es la escritora Gabriella Campbell. Con varios libros publicados a dos y cuatro manos, es una experta en motivación y en marketing. En su blog también tiene una serie de buenos artículos sobre la propia escritura. Como muestra, sirva este artículo sobre creación de personajes.
2. Escritores que caminan nuestro lado
Si estamos empezando, encontraremos a otros que también empiezan, pero si ya tenemos algo de experiencia, encontraremos también a quienes están en una fase similar. En la metáfora de la escalera, estarían en el mismo escalón que nosotros. Con ellos podremos compartir miedos e inseguridades, además de alegrías y éxitos iniciales. Y, lo más importante, podremos aprender a la vez y ayudarnos.
Es difícil elegir un sólo ejemplo, pues en el último par de años he visto surgir blogs de autores nuevos, cuyos artículos tienen muchísima calidad. Como buena muestra, está el blog de María José Moreno, que ella califica como “guía de supervivencia del escritor novel”.
3. Lectores
Desde nuestros compañeros en un taller de escritura, pasando por nuestros lectores cero hasta aquellos lectores anónimos que lean lo que publicamos, todos ellos darán el feedback que necesitamos. Porque, no nos engañemos, todos escribimos pensando que al otro lado habrá un lector dispuesto a recibir lo que hacemos.
De los lectores vendrán tanto las críticas como las alabanzas. Pero hay algo que nos interesa aún más: la interpretación de los textos. Puede que en un relato en el que hemos potenciado la parte formal, un lector sólo quede impactado por el contenido. Quizá nuestro personaje favorito sea el más odiado por los lectores. O tal vez las suposiciones que los lectores hacen en momentos de suspense son totalmente inesperadas para nosotros.
Un ejemplo de esto último me ha ocurrido con Miryam Isern, una escritora a la que admiro, aunque, en este caso, me refiero a ella como lectora. Miryam leyó mi novela El Templo de los Inocentes, en la que hay un personaje cuya verdadera identidad no se desvela hasta el final. Antes de saberlo, me dijo quién pensaba que era este personaje. Era algo que yo ni me había planteado. La idea me encantó y me hizo pensar que en futuros trabajos tal vez debería considerar más posibilidades y caminos diferentes.
Cualquier mosaico de puntos de vista enriquecerá lo que hemos escrito y nos empujará a ser más reflexivos en nuestra escritura.
4. Reseñadores y críticos
En la escalera de la lectura, ellos estarían algún escalón por encima de un lector al uso.
Por un lado, están quienes después de leer nuestro trabajo, se molestan en dejar su opinión en alguna plataforma apropiada. Debemos pensar que, ya sea un comentario positivo o negativo, estos lectores ya han empleado tiempo en leer lo que escribimos. Es más, después emplean aún más tiempo en hablar de nuestro texto. El tiempo es lo más valioso, como todos sabemos, por lo que esas opiniones valen su peso en oro. Ya sean positivas o, insisto, negativas.
Por otro lado, están quienes se dedican a analizar en detalle nuestro trabajo y escribir una reseña detallada, que lleva consigo muchas horas de preparación. Esto nos aporta ideas, puntos de vista distintos y, sin duda, nos empuja a reflexionar sobre nuestra escritura.
Para poner un ejemplo, voy a volver a citar El Templo de los Inocentes, ya que el blog El constructor de mundos me eligió como autora del mes de abril en la campaña #UnAñoDeAutoras. Por este motivo, Aritz Pérez Berra realizó una reseña de la novela. En esta reseña, Aritz da mucho peso a los personajes secundarios. Sin embargo, hay un personaje (en concreto un niño) al que menciona sólo de pasada y es un personaje al que tengo mucho cariño. De hecho la escena que más me gusta del libro tiene que ver con él. Esto me ha hecho pensar en si no le di todo el peso que hubiera querido, o si no he sabido dar una voz de calidad a un personaje infantil. Todas estas reflexiones seguro que me harán mejorar como autora.
5. Entrevistadores
Quien se ha preparado a conciencia una entrevista ya ha reflexionado sobre nuestro trabajo antes de hacernos las preguntas. El momento de la entrevista pondrá la pelota en nuestro tejado. De igual modo que la opinión de un lector, un crítico, etc., nos hará pensar en aspectos de nuestra obra que tal vez no habíamos considerado. Y, toda reflexión novedosa será, a la larga, un paso adelante para nosotros.
Por ejemplo, la entrevista que me hizo El constructor de mundos para #UnAñoDeAutoras tiene un enfoque particular ya que está centrada en el worldbuilding de la novela. Para empezar, cuando escribí la novela ni siquiera conocía el término worldbuilding, pero, como es lógico, tuve que construir el mundo para mi historia. Muchas de las preguntas me hicieron reflexionar en cómo trabajé para crear personajes, escenarios, etc. Responder las preguntas me resultó una tarea muy constructiva como escritora además de proporcionarme más de un delicioso déjà vu.
6. Talleres para escritores o textos sobre escritura
Podemos hablar de talleres de escritura presenciales u online, libros sobre métodos para escribir, teorías de la literatura, blogs que una semana tras otra publican buenos artículos sobre el oficio de escribir, etc. Detrás de todo ello, hay personas que reflexionan sobre la escritura en general. Si hacemos buen uso de todo lo que comparten, nos harán reflexionar sobre nuestra escritura en particular.
Un ejemplo de taller de escritura es al que yo asisto durante años, precisamente porque pienso que este es un aprendizaje que nunca se acaba y cada sesión del taller es una fuente de inspiración y recursos. Se trata del Taller de Escritura Creativa de Clara Obligado.
Un ejemplo de método para escribir que me sirvió para salir de un bache fue “Coaching para escribir” de Sergio Bulat.
Un ejemplo de un buen blog (que además ofrece talleres online) podría ser el Portal del Escritor.
Y podría seguir poniendo ejemplos hasta el fin del mundo, ya que estamos rodeados de gente maravillosa que ama la literatura desde ángulos distintos. Debemos convertirlos en el eje de nuestro aprendizaje.
Un escritor no nace, sino que se hace y lo mejor de todo es que se puede hacer en compañía.
¿Se te ocurre alguna forma más de mejorar nuestra escritura con ayuda de otros? Comparte tu experiencia y deja un comentario.
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