Kameron Hurley es una escritora de ciencia ficción declaradamente feminista (es autora del libro de ensayos “La revolución feminista geek” y el ensayo “Siempre hemos luchado”, ganador de un premio Hugo). Es además una escritora concienciada. En sus propias palabras “Si hay algo racista en tu libro o sexista y quieres dejarlo, nadie va a pararte. Pero como artista no eres inmune a las consecuencias de tus acciones. Te conviertes inmediatamente en responsable de perpetuar esa mala narrativa”.
Así, sus novelas están repletas de personajes poco convencionales y todo lo alejados que pueda estarse del “hombre blanco fuerte y heterosexual” que sigue campeando en las novelas de ciencia ficción. No solo mujeres, también ancianos, tullidos, niños… Así, uno de los estereotipos que se repiten en su obra es el de la “mujer brutal”, que da título a una de sus recopilaciones de relatos cortos.
Mujeres brutales, que se enfrentan a los peligros de otros planetas y otros espacios con una capacidad sin complejos para la violencia y la guerra, pero también para la solidaridad, la gratitud y la protección.
Si su novela “Las estrellas son legión” fuera del género fantástico, se podría englobar sin dudarlo en la “weird fantasy”, con sus escenarios orgánicos y claustrofóbicos, ya que la historia se desarrolla en su mayor parte en las entrañas de una nave-planeta semiorgánica y decadente. La descripción de sus ambientes a menudo me recuerda los escenarios góticos de China Neville, pero con un toque más visceral, humano y crudo.
La protagonista, Zan, va a realizar un periplo que recuerda al mito del héroe clásico: comienza amnésica y desnuda, con una derrota y un descenso en el que perderá todo salvo su propia esencia. A lo largo del camino de vuelta, irá reuniendo tanto aliadas como los retazos de quién fue y cuáles son sus objetivos y deseos.
El transcurso de este viaje desde las entrañas es un derroche de imaginación: escenarios, ambientes y sociedades se suceden, a la vez alienígenas y coherentes con la estructura de ese mundo cerrado y viviente.
Paralelamente otro personaje, Jayd, de quien ignoramos si es hermana, amante, aliada, traidora o cómplice, realizará su propia ordalía en un escenario no menos letal: las intrigas de las familias que gobiernan y disputan por el dominio de las naves. Por ella iremos descubriendo poco a poco quién es Zan, cuál es el plan que las mueve y qué destino puede tener la Legión.
Como anécdota, quiero reseñar que en España se editó con una sobrecubierta que indicaba “lesbianas en el espacio”, una burla a un lector que en una reseña preliminar puntuó la novela con una sola estrella indicando “por qué solo había mujeres, que es un libro muy político, que ¿qué es esto? ¡Lesbianas en el espacio!”.
Y si, no esperéis tórridas escenas eróticas al estilo de Paolo Bacigalupi, pero el deseo y el amor tienen su cabida en esta obra, así como la ambición, la locura, el fanatismo, la gratitud, la lealtad, el instinto maternal y todo el complicado tapiz que diferencia los personajes ricos y complejos de los meramente instrumentales.
Es por tanto una novela agobiante, original, entretenida y totalmente imprescindible.
____________________
Gracias por leer hasta aquí. Si te ha gustado este artículo, compártelo y recomiéndalo.
Gracias por leer hasta aquí. Si te ha gustado esta reseña, compártela y recomiéndala.
Este blog está descontinuado, pero puedes encontrarme en gemamoratalla.com y suscribirte a la newsletter (que además ,¡incluye un regalazo!). ¡Abrazos literarios!